Me empecé a dar cuenta de que nuestro Villarreal C.F había roto todos los moldes, traspasado todas las dimensiones y nociones terrenales cuando Robin Julian me decía, siendo inglés, “el Villarreal es mi sangre”. Ahí empecé a saber que éramos grandes.
La vida da privilegios y la afición amarilla lo hemos tenido y lo tendremos siempre desde el cielo con este ejemplar ser humano, por su humanidad y carisma. Compañero de muchos viajes amarillos, madrugadas de bus en la inmensidad de la carretera, estadios, risas, tristezas y hermanamientos.
Recuerdo en Segunda División, tras sufrir un pequeño susto de salud en Madrid y encima con el 5-0 de Valdebebas pensé, este hombre ya no vuelve a viajar más. Al partido siguiente fuera, en Guadalajara, llegamos tres amigos más y yo en coche y me lo veo bajar tras conducir su vehículo tantísimos kilómetros. Fui y le di un gran abrazo. Pensé que estaba soñando. Pero era real.
Con Robin el Villarreal no tenía fronteras. Donde viajaba el equipo estaba él. Y doy fe, porque él y yo lo hablábamos, que nuestro sueño era ver ganar un título a nuestro equipo. Desde el cielo lo verás. Irá por tí. Gracias amigo por ser tan amarillo, tan gran persona y por representar una época.
Endavant Villarreal fins la mort!