Falta una semana para que se cumpla el año de la peor noche que jamás me ha podido dar el Villarreal, el golpe más duro, más cruel y más difícil de asimilar que me han dado en estos casi 25 años siguiendo al equipo de mi corazón, ni el primer descenso a Segunda con los Gica, Palop o Moisés, ni el penalti de Riquelme, ni cualquier otra derrota, la noche del 13 de mayo del 2012 está grabada a fuego en mis recuerdos por desgracia, como la peor de mi vida futbolísticamente hablando, aquel descenso, tan inesperado como impactante me dejó una sensación de vacío, de hastío, de tristeza, que jamás podré olvidar. Ver a familiares y amigos llorando sin consuelo alguno por un sentimiento que nos une, fue algo que a día de hoy aún me pone la piel de gallina, aquella noche cuando ya acostado en la cama apagué la luz, mi cabeza empezó a dar vueltas, cuanta razón tienen cuando dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y como a veces algo tan difícil de lograr, se vuelve tan cotidiano que ya pierde su valor y llegamos a menospreciarlo o a no darle la importancia que tenía, aquella noche interminable para mí, me llegué a hacer una promesa: Jamás, pasara lo que pasara en un futuro, dejaría ni un segundo de animar, apoyar y creer en este sentimiento.
Muchos eran (los que habían tenido la suerte de no ver nunca al Villarreal en Segunda) los que pensaban que este año iba a ser un paseo en góndola, un paseo que nos devolvería a Primera División, tan placentero que incluso nos daría tiempo de saludar en cada puente, por desgracia -confirmación para los que ya sabíamos lo que era la Segunda- para esta gente el “hostión” que nos dio la vida en la primera vuelta de liga nos dejó al borde del K.O, de golpe nos bajó a la tierra poniéndonos los pies en el suelo, haciéndonos ver que si queríamos subir, tendríamos que sufrir, si queríamos subir deberíamos bajar de la góndola a las galeras a remar todos juntos, que si queríamos subir tendríamos que quitarnos el traje de fiesta y ponernos el mono de faena, deberíamos de dejar de mirar con los brazos cruzados para pasar a actuar y a currar todos a una. Dice el dicho que no hay mal que por bien no venga y este “hostión” pareció que nos unió más a todos.
Por eso yo, a día de hoy después del partido de ayer, me resigno a rendirme y voy a ir a Alcorcón, después de entre todos levantarnos del “hostión” que nos dieron, después de recuperar la ilusión y las ganas ¿Vamos a rendirnos ahora? No, yo no, en su día me prometí que lucharía hasta el final, dicen que la esperanza es lo último que se pierde y mientras exista esa esperanza es que hay aunque sea un hilo de vida.
Hasta el último soplo de aire, hasta el último segundo del último descuento, por cada lágrima vertida hace un año en aquella fatídica noche, por revertir la historia, por nuestro escudo, por nuestro sentimiento, por nuestros colores, ahora más que nunca es cuando tenemos que hacer oír nuestras gargantas amarillas y estar más unidos que nunca, luchando hasta el final de cada batalla, la invasión a Murcia debe servir de ejemplo y debe marcarnos el paso y si al final no podemos subir este año, yo personalmente el año que viene volver a renovar mi pase con la misma ilusión que lo hice este año, iré a El Madrigal con las mismas ganas de siempre, porque aunque mucha gente no nos entienda, no, no estamos locos, ni esto es tan solo fútbol, esto es un sentimiento, un sentimiento que no se compra ni se vende, con el que se nace, yo nací hace 35 años con el sentimiento groguet inyectado en mis venas, en mi corazón y con el moriré, por eso me da igual con quien sea, como sea y donde sea, pero.. Yo no me rindo ¿Y tú?
Fundador de Blauigroc.com. Excanterano del Villarreal CF.